Manifiesto APL (Arte y Pensamiento por la Libertad)

«No hay negocio más lucrativo que luchar por

derechos que ya se tienen, en nombre de

opresiones que no existen, con el dinero de

aquellos que se califica de opresores».

Thomas Sowell

Un yugo multicolor ensombrece al mundo, el sueño de un amanecer resplandeciente para la humanidad se hizo estrellas, como el monstruo hecho de ojos que es la noche de Chesterton. En el siglo XXI la demencia manda, la ignorancia enseña, la horripilancia desfila y la indecencia gobierna. Los pies en la tierra de la siembra fructífera ahora patalean en el aire de la inútil impostación digital, la manufactura de lo que hace bien dio lugar a la declamación de lo que queda bien, lo benefactor sucumbió a lo biempensante, las luminosas invenciones pergeñadas por la ciencia ficción del siglo pasado, quedaron congeladas en la imaginación de sus creadores y el futuro se hizo presente bajo la forma de las más sombrías profecías intuidas por no menos talentosos autores de distopías.

Vivimos bajo la égida ominosa de una dictadura global, malparida y malcriada por un nuevo progresismo que es la oscura perversión de la idea de progreso encendida en el siglo de las luces, una vuelta a un absolutismo astutamente travestido con los ropajes formales de la democracia, que niega la igualdad ante la ley y, alegando una igualdad motivada más por la hiel de la venganza que por las mieles de la equidad, reparte prerrogativas y abominaciones (tergiversadas como derechos) entre sus protegidos colectivizados en sectas, al tiempo que día a día conculca una libertad y persigue a todo individuo que no se someta a sus dictados; un gobierno de facto mundial, erigido sobre un laberinto kafkiano de interminables organismos internacionales y dependencias estatales, apalancado por no menos inacabables fuentes de financiación provistas por un neocapitalismo “woke” de multinacionales mono u oligopólicas, en especial las tecnológicas, una superestructura que tiene a su servicio en cada rincón del planeta a sus quintas columnas de políticos subordinados y sobornados para promulgar leyes concebidas con el fin de transformar a los Estados en nuevas colonias ideológicas, satrapías envilecidas por orgas y fundaciones maquilladas con el rubor de las causas nobles para ocultar sus monstruosos rostros desfigurados por el poder demencial que las embriaga; una tiranía degenerada cuyas depravaciones fueron inyectadas en las masas desde hace décadas a través de antiguos medios de comunicación e información hoy ya devenidos definitivamente en usinas de adoctrinamiento y manipulación, mediante la cooptación del sistema educativo convertido por los intelectuales orgánicos en una factoría de autómatas ignorantes que sólo saben repetir slogans, y con la conquista de la hegemonía absoluta sobre las industrias culturales y del entretenimiento, que dejaron de producir arte para confeccionar piezas publicitarias de aleccionamiento buenista protagonizadas por lacayos cuyo único talento es la obsecuencia más denigrante que hemos visto desde la abolición de la esclavitud.

Nuestro país, dentro del mundo hispanohablante, ha sido especialmente subyugado por el régimen, la bota helada de esta maquinaria siniestra aplasta sin respiro a la sociedad argentina, agobiada por penurias económicas que la obligan a destinar todas sus energías a la ardua labor cotidiana de la supervivencia, de modo tal que hasta el día de hoy no ha contado con los anticuerpos culturales necesarios para oponer una inmunidad efectiva a la ponzoña gramsciana, ni las armas indispensables para entablar una resistencia firme y sostenida ante los ataques sistemáticos de la intelligentsia del progresoviet, en especial los que tienen por fin: 1) la destrucción de la Nación como máxima expresión del bien común y reserva de la tradición, el conocimiento y los valores heredados por generaciones, 2) la deformación de la familia como primera red social, y 3) la enajenación del individuo entendido como sujeto independiente y libre de toda forma de colectivización artificial y coercitiva. Por el contrario, el globalismo intenta borrar todo rastro de pertenencia de los pueblos a sus patrias, que es la verdadera diversidad, para reemplazarlas por la escenografía multiculturalista pintarrajeada de un colorido kitsch entre la que deambula la muchedumbre gris, uniforme, obediente. Ese prefabricado pastiche universalista no nos hizo ciudadanos del mundo, nos hizo parias en nuestra propia tierra. A diario asistimos al teatro del espanto en el que se intensifica y se amplía la intromisión del aparato de vigilancia digital en la vida personal, se deforma el idioma para manipular el lenguaje y así dirigir el pensamiento, se multiplican y se replican las inquisiciones en los medios aglutinados en una uniformidad tan agobiante como la de sus consumidores. Sin embargo todo  aquello, que es el corazón de esta autocracia, es escondido bajo un enjambre de eufemismos que suavizan y, en algunos casos, diluyen sus reales implicancias: al linchamiento virtual seguido del ostracismo social y laboral se lo llama “cancelación”, al asesinato del ser humano en gestación se lo denomina cínicamente “interrupción voluntaria del embarazo”, omitiendo de la fórmula al sujeto que es exterminado, que deja de tener entidad, ya no sólo humana sino ontológica, de modo que hacerlo desaparecer no implique costo moral o de consciencia alguno. En la primera mitad del siglo XX, Huxley y Orwell anticiparon en sus ficciones distópicas la actual sociedad global, paradójicamente disgregada y al mismo tiempo agarrada en un puño por un poder omnímodo sostenido en la tergiversación como arma de destrucción masiva del sentido de verdad que, ya entrada la tercera década del nuevo milenio, domina a sus anchas casi la totalidad de la experiencia humana, acorralada en el panóptico de la mentira. La vigilia es una pesadilla recurrente. No hay gente más profundamente adormecida que la que se autopercibe despertada por el beso progresista.

Frente a este oscurantismo moral, intelectual, estético, pero más que nada espiritual, nos hemos reunido y asociado un grupo de artistas, pensadores, académicos, comunicadores, productores y técnicos de la cultura de la República Argentina, para encender una nueva luz en esta era crepuscular, constituirnos en un bloque de resistencia, una verdadera división de combate para librar y ganar la batalla cultural como parte de una conflagración que también abarca la arena política, la acción directa en la virtualidad y en el territorio, en las pantallas y en las calles, en audios y auditorios, en las redes personales y sociales, en la teoría más rigurosa y en la praxis más comprometida.

Nuestra misión es descabezar a la Hidra de Lerna que es el progresismo posmarxista en cada una de sus excrecencias, desde toda forma de colectivismo a cualquier expresión del totalitarismo, del feminismo misándrico a la perturbada ideología de género, desde el ambientalismo misántropo al segregacionismo racial o sexual que predican y practican los que en su cómoda actualidad reclaman la herencia de los verdaderamente segregados. Cada uno de nosotros viene enfrentando desde hace años al aparato de sojuzgamiento y propaganda de la ideología oficial de las élites y sus estructuras burocráticas estatales, paraestatales y supranacionales; desde APL ahora también lo haremos con el respaldo organizado de aquellos con quienes compartimos trinchera en esta batalla. Se acordará entre los asociados una línea de acción programática para una asidua colaboración en la labor de divulgación, pronunciamiento, asesoría y acción política, más una activa y diaria tarea de comunicación, formación de opinión y debate en redes y medios.

Nuestra visión es la de obrar como galvanizador para la gesta emancipatoria de nuestro pueblo, que será el protagonista de su liberación de los grilletes de la humillación a la que viene siendo sometido por el poder global, una nueva independencia fogoneada tanto por un liderazgo político valiente e idóneo, que contará con toda nuestra lealtad, como por una militancia luchadora a la que nos sumaremos con total entrega, para refundar la civilización, para recuperar nuestra soberanía, para levantar con orgullo la bandera de los valores que nos hicieron una tierra de esperanza, y construir sobre las ruinas de un mundo decadente, enfermo y enloquecido por el conflicto permanente, el futuro de paz y prosperidad que se merece la gente decente.

Seamos libres, seamos dignos, coronados de gloria vivamos.

Maximiliano Gerscovich

Enero 2023

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